Suppan Raimund

Nací el 20 de octubre de 1942 en Viena. Tengo dos hermanos, una hermana mayor y un hermano menor. Recuerdo muy bien y con claridad el tiempo cuando tenía unos cuatro años. De la Segunda Guerra no tengo muchos recuerdos, aunque están presentes aun los episodios como la huída a los sótanos en caso de alarma, el miedo y el ruido en la oscuridad presentes. En estos días hemos perdido el apartamento por los saqueos y mi madre tuvo que huir con nosotros a Alta Austria. Mi padre estaba en ese momento en la guerra, y después de un año era preso por los ingleses. Nos acogieron en una granja y cuando regresó mi padre ayudamos en la granja. Finales de 1946 volvimos a Viena y pudimos vivir con los padres de mi madre. Vivimos en un piso de 36 m² - 7 personas en un espacio muy reducido . En ese momento para nosotros - los niños - no era un problema . Mis padres habían perdido todo y estaban contentos de tener esta oportunidad . En este tiempo faltaban en Viena, la ciudad bombardeada, alimentos, atención médica, ropa y por supuesto dinero y trabajo. A principios de 1949 mis padres se enteraron de la acción europea para ayudar a niños necesitados. Algunos países, entre ellos España , estaban dispuestos a acoger a niños necesitados. Tuve la gran suerte y así me enviaron en junio de 1949 en un transporte de niños en tren. Era una despedida traumática con una gran cantidad de lágrimas y la ansiedad. El viaje en sí era un gran esfuerzo para todos, los niños y los acompañantes. Creo que estábamos de camino durante casi 3 días y sufríamos de sed y de calor.

Una vez en España, Pamplona nos quedamos alojados todos junto un tiempo y poco a poco los niños fueron recogidos por los padres adoptivos. Así que yo también. Un día se presentaron un hombre y una mujer. Eran amables y hablaba en otro idioma. Me llevaron y nos fuimos en un coche a Berga, Cataluña, a los pies de los Pirineos, un pueblo con unos 2000 habitantes.

Mi padre adoptivo era abogado y juez, y la familia vivía en un edificio grande, que al mismo tiempo servía como juzgado. Tenía allí 4 hermanos adoptivos, una hermana y tres hermanos. Después de un corto período perdimos el miedo y la timidez y superamos los problemas con el idioma desconcido y al final era uno de ellos . Mi madre adoptiva organizadaba la casa y el personal. Creo que había 3 personas para ayudar. Pronto olvidé el dolor de la separación de mis padres y me sentí muy cómodo, seguro y acogido. El trato en la familia era un trato muy respetuoso con los padres, cordial y cariño con nosotros, los niños. Los domingos ibamos a la Iglesia y toda la familia estaba vestida de fiestivamente.
Todo el mundo saludaba a mis padres ya de lejos. En las fiestas de la iglesia todos nosotros los niños ibamos vestidos de blanco y estabamos muy nerviosos. Mi madre prestaba siempre mucha atención y tenía que escribrir cartas a mis padres. Incluso asisitía a las clases en la escuela. Cada día me pasaba más escribirles por la falta del conocimientos de alemán. Mi sorpresa fue grande cuando en febrero de 1950 tuve que volver a casa a Austria. Y así se repitía el dolor de la despedida de mis padres y hermanos españoles, porque yo era parte de ese familia y estaba allí mi hogar. Una vez en Viena estaba aun triste - a pesar de la alegría del reencuentro con mi familia, sobre todo porque me había olvidado el aleman y me nadie entendía. Así tenía gran dificultad en la escuela con el alemán. Leer era para mi un gran obstaculo y solamente con gran suerte podía superar mis examenes. En agradecimiento pienso hoy en mis padres adoptivos españoles. Con cariño y con compasión han ayudado a otras personas , en este caso a mí y así al mismo tiempo tambíen a mis padres. Siento todavía profundo afecto a mi familia española y a España.